jueves, 7 de junio de 2012

Echó un último vistazo y fue entonces cuando advirtió que no estaba solo en el interior del mausoleo y que una silueta oscura se movía en el techo, avanzando sigilisamente como un insecto.
Uno de los ángeles de piedra que había visto en la entrada del mausoleo caminaba invertido sobre el techo. La figura se detuvo y, contemplando al niño, mostró una sonrisa canina y extendió un afilado dedo acusador hacia él.
El muchacho pudo leer la rabia y el odio ardientes en su mirada. Tras unos instantes, la aparición se desvaneció en la sombra...

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